10 septiembre 2007

Hace unos días mientras caminaba volviendo a mi casa escuche a un hombre decirle a la mujer que lo acompañaba: "Los diálogos que tengo y he tenido con vos me traen mucha paz".
Por supuesto, se me vinieron un montón de cosas a la cabeza, a esta cabecita que no para de pensar; porque justamente me llamo la atención el tono de su voz, la ternura que transmitía su mirada inmóvil y esa sinceridad que no se compra, que no se inventa ni se disimula.
No sé que habrá contestado esa mujer, pero mientras seguía caminando como si no hubiera escuchado nada, me acorde de alguien que hasta hace poco solía decirme lo mismo, de alguien que juraba y requete juraba cosas y me acorde vos.
De vos hoy, ayer y todos los días: cuando te agradecí todo lo que habías hecho por mi,
vos todavía no sabías como pedirme perdón. Note que morías por decirme todo lo que te pasaba, pero yo también moría, y moría de tristeza, de alegría, de ganas de abrazarte.
No se porque, pero a veces pasa, que sin querer, mientras una persona se deshace en disculpas,
la otra simplemente agradece.
Vos preferiste pedirme perdón, bien sabíamos que nada había pasado, pero el miedo a lastimar siempre está.
Y ahora después de cientos de noches solos, esta vez eras vos el que agradecía y yo la que perdonaba.
Me hace feliz saber que estas, y tengo presente todo el tiempo, que no es la cantidad sino la intención, lo que te lleva a quererme y cuidarme sin que te lo pida, sólo porque así vos también sos feliz, aunque creas que todo lo que podes llegar a darme resulte insuficiente, para mi basta con que quieras estar conmigo.

No hay comentarios.: