Asumí la culpa de todo.
Fui lo adecuadamente cobarde para mostrar lo que era mejor no decir; lo suficientemente lista para perder lo que nunca tuve y lo bastamente generosa para compartir lo que en realidad siempre fue mío y de nadie mas.
Me las ingenie para combinar lo noble con lo estúpido, improvisarme un amor y traerte conmigo cuando ya no queda nada para ofrecer.
Me propuse escribirte las palabras más hermosas que se puedan escuchar, incinerando mi alma, desplegando la locura que se encierra en mi y que solía gustarte.
Comprendo, que fui lo suficientemente niña para fabricarme ilusiones, despertar en mi lo mas absurdo e inventarme un segundo con vos. Una vida diferente, lejos de casa, fuera de mi.
Y ahora me encuentro con poco más que un manojo de ideas desatinadas,
con el romanticismo desbordado de tristeza, la frialdad pegada al cuerpo y el alma golpeada. Añorando lo que nunca será, olvide cuanto te quise. Olvide que tenias tanto de mi que me perdí en mi desconsuelo .
Y ahora me encuentro queriendo sincerarme conmigo y con todos, mintiendo de a ratos por amor propio.
Llorando por todo y riendo por nada, me siento ahora, mas vacía y sensible que nunca.
El odio es solo relativo y si, es eterno...
Si aprendí a amar, implícitamente se que te puedo odiar.
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