Soñé muchas veces con este momento. Hilvane en mi mente
cientos de frases que sonaban bonitas, resultaban atrapantes e inquietantes,
con las cuales podría fácilmente captar tu atención, y una vez te tuviera justo
donde quería, decirte todo lo que sentí
durante este tiempo.
-¿Me preguntas que sentí? la verdad, no sabría por dónde
empezar… nunca supe bien que sentir, que debía sentir; nunca supe qué hacer y
cómo enfrentar la situación, qué era lo apropiado según los usos y costumbres.
Me sentía ridícula a donde sea que iba porque en realidad, lo más correcto para
mí era llorar.
Pude apreciar una paleta de sentimientos amplísima, desde
los más oscuros a los más nobles: te odie, sentí bronca, impotencia, me odie,
sentí lastima de mi misma. Y al final de los días, lo único que podía hacer era
llorar, me acostaba en lágrimas hasta dormirme y despertaba con angustia al
darme cuenta que no podía cambiar la situación.
Me secaste el alma. Me partiste el corazón y pude sentirlo
casi en sentido literal.
Desde que nos separamos- como te decía- pase por todos los
estados emocionales, desde la bronca y el instinto asesino, al caótico
inconstante y novelero suicida. El primero en mi lista fue sin duda el plan
perfectamente diseñado para devastar el universo, ir contra todo lo que me transmitiera vida, felicidad.
Quise explotar y tirar mierda para todos sin medir las consecuencias; estaba
segura que no importaba nada más que obligar a todos a mi soledad. Que se
jodan! Total, yo ya estaba bastante jodida.
Luego, la idea de llorar hasta evaporarme y morir de amor
fue una idea bastante deliciosa pero entendí que por más que reventara contra
todos y todo, nada te iba a traer de regreso a mí, no te ibas a enamorar de
nuevo, o enamorarte finalmente, ni ibas a venir a buscarme y recoger mis
miguitas. Ni mucho menos, que va! me iba a quedar más sola de lo que estaba.
Pero bueno, como te comenté, después de mis estados
bipolares, de rebotar entre la falta de amor propio y el instinto criminal,
empecé a ver a una psicóloga. En todas las sesiones lloré y hablé de vos,
básicamente, de vos y de lo que sentía. Lloré y hablé de la cuestión hasta
aburrirme. Analicé cada segundo de nuestra última conversación, si, de aquella vez, ¿te acordás? Yo no pude decir
nada más después de decirte que me hacías mierda, porque ciertamente pude
sentir como me arrancabas el corazón.
Y entonces, cuando vos perdiste sentido en esos cuarenta
minutos de sesión diaria, y me canse de prolongar la angustia, decidí hacer
cosas por mí, quererme por sobre todas las cosas, empezar una práctica, un
reencuentro conmigo para enfrentar mi presente y aceptar el pasado, que es sólo
eso, pasado- aunque suene trillado-.
Y los días pasaron
más rápidos, y las sonrisas volvieron a mí.
Y si, te amé, mucho, y te amé bien, por eso te protegí y te
voy a proteger aún cuando ya seamos sólo un recuerdo porque yo creo que el amor
es eso, cuidarse y desear felicidad aunque yo no sea la razón de tus sonrisas.
Lo cierto es que hoy estamos otra vez cara a cara y no puedo
pensar en nada más que en disfrutar del presente, abrazarte y dejar que el
tiempo hable por nosotros.
1 comentario:
Hola nenaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!
Vengo de cerrar, nuevamente, mi blog y me encuentro con vos y no pude menos que sonreir y venir a verte.
Sip. Me pasó la vida, laconchadelalora.
Casi, casi me siento como contás pero no soy tan noble al recordar al patético y si no ríe conmigo, que se le caigan todos los dientes.
Besos y alegría
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